Gente

Edison, el cuentero de la resistencia

Por Lina Betancur

Un día Edison decidió empuñar el arte como un arma de resistencia y enfrentarse contra la desigualdad, el abandono estatal y la falta de oportunidades que había en Medellín en los años noventa.

Foto Por: Lina Betancur

Sobrevivir en un contexto hostil, rodeado de drogas, enfrentamientos, fronteras invisibles y todo lo que acarreaba consigo ser habitante de uno de los más peligrosos sectores de la ciudad, la comuna uno, fue la motivación para Edison Mira iniciara a participar en un grupo de teatro que formaron por su casa en el barrio Guadalupe.

 “Yo duermo en Guadalupe, pero el territorio que habito es Lobaina, es acá donde permanezco la mayor parte del tiempo, las dinámicas sociales son diferentes a las de la parte de arriba y posibilitan ser un punto de encuentro de muchos jóvenes, mujeres y niños de la zona”

Tenía tan solo catorce años de edad cuando decidió que no quería seguir los mismos pasos de muchos de sus vecinos y compañeros de estudio y vio en el arte popular una manera cambiar su realidad y por qué no la de muchos otros jóvenes.

Luego de los años, el conflicto disminuyó y posibilitó que surgieran grupos artísticos y culturales, que le apostaran a la transformación social y generaran conciencia  a través de las diferentes manifestaciones artísticas como la cuentería, el clown, el arte circense, el rap, las telas, entre otros.

Uno de estos grupos y del cual Edison hizo parte en su momento, fue Renacer de la Magia, desde donde se inició a pensar una ciudad diferente, él emprendió una labor más significativa que aportara a la resignificación y apropiación del territorio mediante la construcción de una nueva identidad y una  nueva concepción de lo que es política.

“Yo me concibo como un ser político, que decido, actúo y pienso de una manera autónoma, muy aparte de esos personajes con corbata que se van a dormir al consejo o senado”

En este empeño, el arte popular ha contribuido a la conformación de diferentes colectivos de jóvenes distribuidos en toda la zona uno de la ciudad, llamada Víctor Jara.

“La escuela no se puede concebir como una estructura física, la escuela está donde está la gente, porque es de la gente que nace y se fortalece en ella.”

Se consideran un profesional de la esperanza, porque eso es lo que hace en la Escuela, sembrar esperanza en cada uno de los corazones de estos jóvenes que ven el arte popular como la posibilidad de transformar sus realidades, siendo ellos agentes de transformación social.

El arte popular ha sido un gran referente en la vida de Edison y de muchos otros jóvenes que han visto en las diferentes manifestaciones artísticas una oportunidad de resistir al sistema y escapar del statu quo, él se piensa la ciudad de una manera distinta, donde el desarrollo está en los mismos ciudadanos y no en la infraestructura y hace algo para transformarlo desde las comunidades vulnerables y el arte, reivindicando lo popular como una condición social.

Entre el Punk y el centro de Medellín Sebastián se contrapone al sistema.

Por: Natalia Maya Quintero

Letras sobre el amor, la lucha y  resistencia es lo que motiva a Sebastián Rojas a escuchar su amada música Punk, la cual ha sido su motivación para seguir en pie después de muchos años envuelto en el sistema.

Cortesía de Sebastián Rojas

Sebastián utiliza sus atuendos Punkeros  desde hace 20 años. Los jeans ajustados, las correas de taches, las botas altas y las chaquetas o chamarras, son las prendas indispensables para Sebastián, que aunque trabaja en un lugar con línea católica, utiliza sus amados anillos de calaveras, que aunque pueden lucir un poco rudo, son su manera de “joder al sistema desde adentro”

Junín, la Playa, el Parque del Periodista, la Oriental fueron los lugares claves para que este joven Punkero conociera esa música que le haría vibrar los tuétanos y las neuronas al escucharla. “Más o menos empecé a escuchar Punk en el 92 y 93 que empecé curioso con este cuento, empecé a empaparme con la música era complicado porque en ese tiempo no teníamos acceso a internet ni a nada de eso entonces me tocaba Casetes, y me tocaba conseguirlos en el centro. Había ciertos personajes que vendían esta música por medio de casetes”

Bandas como “Mutantes”, “Ira”, “Fértil Miseria”, “Las ratas”, “Desastre total” son las que ahora recuerda con cierta nostalgia por las que ahora no existen, sin embargo los LP y la ayuda de la Internet le permiten recordar compases a cualquier hora del día “El Punk ha influido e influye constantemente segundo a segundo, yo no concibo un día sin escuchar algún Rock and Roll en especial. Entonces todo este ritmo a mi oxigena, es como si a mí me inyectaran una dosis de energía diaria, me motiva a vivir, me motiva a trabajar, a conseguir cosas y me mantiene muy feliz entonces yo creo que influye constantemente en mi vida.”

Sus palabras salen de su boca tan voraces, como lo hacen los científicos hablando de su mejor descubrimiento, la pasión por la música y todo lo que tiene que ver con el Punk es notorio. Los años han dejado en su vida experiencias inolvidables pero sobre todo madurez, el estar inmerso en el sistema hace que lo pueda joder más, esto convierte la experiencia del Punk algo más gratificante ya que al ser aceptado en la sociedad y en el lugar en donde trabaja, lo hace sentir más orgulloso de su forma de ser. El tiene claro que para sobrevivir en esta sociedad consumista necesita tener ingresos no solo para sus necesidades básicas, sino, para comprar una chaqueta o una cerveza.

Uno de los sueños que espera cumplir algún día es el conocer la ciudad Británica en donde tuvo origen el Punk, Sebastián habla de ella como un festival de Punk sin cortes.

El Punk ha estado durante todas las etapas de la vida de Sebastián, ahora que será padre los proyectos de vida cambian, sin embargo, su pasión por el Punk sigue intacta. “yo creo que ahora que tengo la oportunidad de ser papá entonces yo me imagino todo ese rollo con el “baby” todo Rockero, él va a crecer viéndome así entonces demás que va a tener influencias”

La música influencia en las personas, no sólo en la manera en cómo se visten, sino, en la manera de pensar y actuar “yo no me veo siendo otro tipo de persona ni estéticamente ni interiormente. Entonces yo creo que es un estilo de vida porque uno adapta todo los simbolismos toda la cultura, todo lo que es la estética del lenguaje a mi espacio, a mi vida, a las personas que me rodean entonces sí creo que es un estilo de vida.”

Shaggy, el pintor de risas y colores de los semáforos de Medellín

Por Daniela Arango

En el rebusque de unos cuantos pesos, Cristian Sánchez más conocido como Shaggy, se lucha la vida para sobrevivir en la calle, con sus malabares y zancos en medio de los carros. Con su pinta de payaso, sus sombreros coloridos, su bicicleta y su mochila al hombro, recorre las calles de la ciudad llenándolas de alegría y un poco de color.

Cortesía de Cristian Sanchez García

A Shaggy le dicen así por el comentario de uno de sus amigos que dijo que se parecía a Shaggy el de Scooby Doo. Su casa es el Polideportivo Tulio Ospina, se mantiene en el skatepark montando un poco de tabla y practicando malabares. Le gusta fumarse uno que otro porro para relajarse y hacer mejor sus trucos e inventarse unos nuevos. Hace malabares con cariocas y pelotas, tira fuego por la boca y nunca falta ningún día de la semana con sus labores en medio de las esquinas y semáforos de la ciudad.

Hace más de dos años es malabarista, está acostumbrado al frío de las calles y a los días malos, a esos días en los que el dinero es poco y el rebusque es mucho. Monta en zancos, lo hace en ferias y festivales. Se viste de payaso en medio de los palos altos, el mismo cose sus trajes y sus pantalones de colores con aquellas telas que su abuela le facilita para llenar de vida las calles y semáforos de Bello. Es un tipo aventurero, un bohemio y libertario que ha crecido  permeado de los carros y esquinas. Un despreocupado de la vida, un artista con aires de resistencia y lucha.

“Me he tomado las calles con el arma del arte y aunque la lucha ha sido dura le seguiré metiendo el pecho”. Lo dice con su sonrisa alegre al son de las pelotas volando por el aire. Ha llegado hasta Ecuador, allí aprendió las artesanías, donde sentado en las calles con sus collares de conchas y sus aretes hechos en bambú se rebuscaba, de una nueva manera, el dinero para sobrevivir. “En ecuador me fue bien, las artesanías pagan, sin embargo no es fácil. Estuve viviendo en una casa de mochileros, con gente más loca que yo”. Ecuador le abrió sus puertas dos meses y las calles ecuatorianas fueron su lugar de trabajo. Para él la vida no ha sido fácil, recorrer cada montaña, cada callejón, cada sendero o cada calle o quizá recorrer nuevos caminos envueltos de vida nueva, lo han llenado de fortaleza y esperanza, de empuje y alegría.

“Esto es un trabajo duro, pero no crea, a ratos deja buenas ganancias” lo dice mientras se fuma un cigarrillo sentado en las escaleras de la Choza Marco Fidel riéndose de los recuerdos y los buenos momentos que ha tenido en medio de la ciudad.

La vida lo ha deteriorado, lo ha lanzado hacía el vacío, hacía la derrota pero se ha mantenido de pie enfrentando cada obstáculo. “Es que la vida me ha golpeado duro, nadie reconoce tu trabajo y te juzgan de gamín o de vago”. El arte es mal pagado, Ni siquiera el municipio los reconoce, en esa tal cuna de los artistas el atropello hacia ellos es más visible que el apoyo.

Ha sido víctima de la violencia de los golpes y maltratos que han marcado su cuerpo más no su vida. Ha tenido que correr, esconderse y defenderse para que no le roben lo poco o lo mucho que con esfuerzo ha conseguido en el día.

El es un aventurero, un mochilero indiferente, le importa poco las comodidades y el confort. Ha vivido en las calles desde pequeño, aunque en su casa lo espere su mamá y su hermano para shaggy la calle es su hogar. “La vida es autónoma, no me gusta depender de nadie, sino de mí, me mantengo de mi arte, de mi trabajo honrado”.

Medellín, Manizales, La Guajira, Ecuador o cualquier parte del mundo estarán esperando a Shaggy que en medio de sus arrebatos recorre cualquier calle o esquina con su bicicleta y mochila.

Shaggy a pesar de la intimidación y el crimen, del frío o el peligro, a pesar del coleo y el rebusque, seguirá con su magia, su risa y su humor, con sus malabares y colores, con su alegría y su arte recorriendo esas calles nuevas llenas de vida, esas calles que poco a poco lo han visto crecer.

Entrega y sacrificio, motores esenciales de Deiber  para la creación de su propio negocio

Por Sebastián Monsalve López

Cuando Deiber tenía dos años, Doña Laura, su madre, decidió emigrar de su natal San Pedro de los Milagros en busca de las oportunidades laborales que allí escaseaban, hacia el municipio de Rionegro debido a su crecimiento y auge económico. Lo que ella no se imaginó era que allí su hijo se convertiría en un ejemplo de emprendimiento y superación para los demás jóvenes y habitantes del oriente antioqueño.

Foto: Sebastián Monsalve López

Deiber nunca contó con una figura paterna a su lado, ya que su padre murió poco después de que él nació, pero su ganas de brindarle a su madre una vida mejor, han hecho de este joven un trabajador incansable, que comenzó a laborar  desde que tenía doce años, desempeñado diferentes oficios como lo son: vendedor en tiendas de abarrotes, empacador en supermercados, mesero en discotecas, ayudante de carpintería, en los últimos años ha estado ligado al mundo de los celulares y elementos tecnológicos, empleo que realiza con entusiasmo y destreza, ya que tiene estudios en mantenimiento y reparación de celulares.

Nunca dejó de lado el estudio, aunque en ocasiones el cansancio y la gran cantidad de tareas que le dejaban estuvieron a punto de vencerlo, pero  gracias al apoyo de su familia y amigos, siguió adelante, término su bachillerato y realizó una tecnología relacionada con celulares y equipos tecnológicos.

“Soy una persona muy ahorradora y juiciosa con  el dinero, he sabido administrar mis ingresos e invertirlos muy bien para obtener buenos dividendos” dice. A esto se debe el éxito que ha tenido. Ingresó al mundo de la tecnología como socio y trabajador de un tío, gracias a los ahorros que había acumulado de trabajos anteriores, pero decidió independizarse de él, para formar su  propio negocio.

Con la plata obtenida por romper la sociedad con su pariente, pudo  montar el local que tiene actualmente, donde ofrece  variedad de accesorios para celulares,  teléfonos móviles, tablet y equipos tecnológicos que el cliente necesite, porque sabe que la tecnología es la base de la economía del momento.

“Me encanta vivir en este municipio, la gente es muy cálida, amable, solidaria y respetuosa. Por ahora cuento con Saraitel, un local pequeño, no con el material necesario que yo quisiera, pero con la ayuda de Dios y mis ganas de salir adelante, pronto tendré un punto de venta más grande y lo expandiré a otros pueblos del Oriente antioqueño que necesitan de la innovación tecnológica” expresa Deiber.

Aspira a comprarle una casa su madre, para evitar que siga pagando arriendo, sueña con estudiar Administración de empresas, para montar una compañía dedicada a la comercialización y distribución de aparatos tecnológicos, con la cual espera brindarle empleo a más jóvenes, que como él sueñan con superarse y salir adelante en la vida.

Entre harina, leche y huevos Juan David Álvarez amasa sueños.

Por Juan Carlos Sosa

Los gramos que se pesan  a la medianoche en Donyx  son los que calman la primera necesidad del día de los habitantes del barrio Andalucía.

Foto Juan Carlos Sosa

Son las  12 am, mientras la vecindad despoja en sus lechos de sueño,  cada uno de los trajines de monotonía que deja  la cotidianidad del día, en Medellín, un nómada de la noche, fortalece su poder a través de fórmulas descubiertas por antiguos hombres, las que se vienen transmitiendo por generaciones ancestrales a sociedades elegidas. La levadura, igual que el maná es el valioso don, enviado  en forma de reacciones químicas que generan en sus portadores la energía  necesaria para sus templos de carne, saciando el hambre, necesidad primordial de los mortales.

 A sus catorce años Juan  David Álvarez conoció el arte de hacer panes por medio de una familia que veían en él un potencial empresario; empezó como auxiliar,  limpiando latas, desempolvando, amasando, directamente entre harina, huevos y sal, y así, trabajando en la panadería  de sus amigos fue  como aprendió este oficio

Al nororiente  de Medellín se encuentra el lugar donde, con empeño, se cumple diariamente el sueño añorado de éste joven emprendedor que al  pregonar las por las calles del barrio ofreciendo sus productos recién salidos del horno muestra su interés por ver, cada vez más de cerca,  su ideal,  sobrepasando las barreras laborales de la ciudad.  Un espacio de dos por tres es el área en metros cuadrados donde los segundos noctámbulos fundamentan una fábrica para brindar nuevas alternativas laborales a la comunidad de Andalucía.

 Hoy  Juan David Álvarez deja de lado su descanso para centrarse en  producir. Todas las noches lo acompañan las melodías que salen de su radio amarillo. Combina los insumos, con la ciencia métrica, química y física, para elaborar entre otros Pasteles, croissants, donas o churros y panes de diversos nombres y formas, El margen de ganancia es bien, siempre y cuando se alcance el punto de equilibrio” que va desde los 70mil pesos diarios.

 Juan David emplea tres sistemas en la distribución de sus productos.  El sistema tienda a tienda, el institucional y el de pregonero, este último  le ha dado el reconocimiento de sus vecinos de Andalucía. Sus obras de arte las llama “institucionales” ya que son distribuidas por él en varias de las instituciones educativas del barrio, y que con ellas consolidad el sustento del año, sus ganancias las invierte en herramientas con tecnología de punta  para entregar productos de calidad a la comunidad.  ” Todos creen que me levanto temprano para hacer la parva pero la verdad es que comienzo a preparar todo la noche anterior” expresa mientas rocía harina en el mesón de acero inoxidable en el que prepara sus  Productos

Mientras se dispone a enseñarme los procesos de selección de los insumos principales para empezar su quehacer como panadero, cuenta que desde niño ha tenido varias profesiones entre las que se destacan la construcción, la cerrajería, la latonería, la pintura y la mecánica de autos.

Se trasnocha a causa que  el producto debe llegar fresco, caliente, a la institución, además si trabaja a esta hora, en el día, puede  hacer otras  actividades.  Tiene los equipos necesarios,  que con sacrificio ha conseguido: mesa, basculas, cilindro para amasar, hornos de gas, y fritadora. Estas herramientas son las primordiales para hacer cualquier tipo de pan. Con orgullo, muestra su uniforme, la bata tradicional, la cambio por una camisa tipo leñador y el gorro de panadero por una gorra que lleva bordada su marca (donix). “ El en tiempo libre, patino, monto, bicicleta, juego play, leo libros, escucho rap, skap, hacord, industrial, rock  alterno, metal,   además visito mis amigos, salgo del barrio, para  participar de los eventos que programa la ciudad  y  cada día me  esmero por mejorar mis productos”.

Juan expresa que su mayor sueño es montar su propia empresa panadera y está seguro que para conseguirlo es necesario hacer sacrificio y tener disciplina en el trabajo. 

Aníbal, un albañil de oficio y un artista por vocación

Por Duver Alexander Pérez Vásquez                                                    

Entre cemento, ladrillos y palustres, don Aníbal Cadavid ha encontrado el sustento para su familia; a los escombros restantes de su oficio, hace tres años, los ha utilizado como un escape de la cotidianidad. En un momento de ocio en la sala de su casa, ubicada en el barrio Popular 2,  Aníbal empezó a experimentar con restos de baldosas que habían quedado tras un día de trabajo y ahí encontró una vena desconocida de su vida: el universo del arte.

En este empeño lo han acompañado su esposa Yolanda y sus dos hijos, Maritza de 37 años y Juan Carlos de 31.

 

Pasados 3 años, después de la elaboración de su primer cuadro, la capacidad de este artista va en ascenso, ya no solo trabaja con restos de baldosas, hoy maneja otro tipo de materiales, como pinturas y lístelos de construcción (apliques para separar tipos de baldosas), además de usar el collage, destreza que no sabe definir – dado que su formación es empírica – pero que aplica a la perfección.

 

“De mis primeros 50 cuadros, he vendido cuatro, he regalado diez a familiares y amigos y los demás los tengo acá”

 

A pesar de no contar con los recursos, ni el apoyo de alguien que pueda dar a conocer sus creaciones, anhela llegar muy lejos:  “sueño con que llegue el día en que mis cuadros hagan parte de una sala de arte o una galería y, por qué no, vivir de las ventas de estos”.

 

Como proyecto para la realización de futuras obras, piensa elaborar una serie de cuadros que tendrán como tema central a los políticos colombianos. Para ello se  basará en modelos que serán extraídos de diferentes revistas y periódicos. Con esto quiere evidenciar la planeación y seriedad que le dedica a cada una de sus creaciones, antes y durante su producción.

 

“En mi cuarto tengo la primera obra, a esta le coloqué el nombre de Juanma, después haré otros políticos”

Como acto final, quiere transmitir sus conocimientos: “he intentado enseñar lo poco que sé a diferentes personas, pero hasta el momento a los que lo han intentado se les ha dificultado el manejo de la herramienta principal: las pinzas, motivo por el cual han desistido del deseo de aprender este arte”.   

Lo más probable es que de este tipo de personajes está llena la ciudad de Medellín, ocultando centenares de talentos, aptitudes que quizá ni los dueños de estos los conozcan, solo falta que se creen espacios que permitan el fortalecimiento y explotación de habilidades alternativas, cualidades que no proveen riqueza monetaria, pero le brindan a su practicante un éxtasis personal.

 

Frutijhon, del carrito al mundo de la generación de empleo

Escrito por Álvaro Ruiz Gómez   

Thursday, 05 de March de 2009

Tomado de Azulnaranja

Un día, Jhon se vino de Aguadas buscando las opciones que el mundo del café no le dio. En Carlos E. Restrepo encontró un lugar desde donde progresar y generar algunos puestos de trabajo.

 

azulnaranja@amigo.edu.co

 

  Jhon Jairo Arias Jaramillo, de 38 años, dejó la recolección de café, en Aguadas Caldas, para buscar mejor suerte y mayores oportunidades y hace 16 años llegó a Medellín donde, con base en sacrificio y con un carrito de perros calientes cambió su vida.

“Soy de Aguadas, Caldas. Cuando terminé el bachillerato comencé a trabajar con mi papá y con un hermano recogiendo café pero debido a que la situación no era la mejor, tome la decisión de venirme para Medellín”, dice. Jhon no tenía claro qué iba a hacer en Medellín pero algo le decía que podría encontrar algo para hacer, algo grande, algo que lo haría crecer y lo podría sostener económicamente.

“Cuando yo llegué me fui a vivir al barrio Campo Valdés y, por razones del destino, encontré este parquecito de Carlos E (Restrepo, al occidente). Y me interesó mucho, aunque en ese momento no tenía claro lo que quería, pero sí el lugar”, añade.

Jhon empezó a frecuentar el barrio Carlos E. Restrepo y notó que allí no había puestos de comidas rápidas, así que comenzó a ahorrar para conseguir uno donde vender perros.“Manejaba una busetica en el barrio Enciso y con el producido empecé a ahorrar para conseguir el carrito”.

Sus primeros clientes fueron los niños del barrio y también fueron ellos quienes popularizaron los perros y las hamburguesas que preparaba los fines de semana en la noche. Pero para él era importante seguir creciendo, así que vendió la busetica y continúo ahorrando para comprar un local. Jhon explica que “el lugar lo conseguí debido a que el dueño, por razones de edad, no quería tener más.

"Yo lo compré y le hice modificaciones con la plata de la venta de la busetica”.Así nació Frutijhon, el único negocio de comidas rápidas que hay en Carlos E. Restrepo en el cual Jhon, además de salir adelante, se convirtió en un generador de empleo gracias a que la demanda que tiene el local es bastante grande.“Frutijhon se montó hace 12 años. Fue un riesgo que tomé con los ahorros de la busetica; empecé con un carrito muy sencillo pero me fue a las mil maravillas.

En este momento son 15 personas las que trabajan conmigo, diez fijas y cinco más los fines de semana”.

La próxima meta de Jhon, a corto plazo, es poner otra sede de Frutijhon en el sur de la ciudad.  

 

El último escudero del bolero en Medellín

Por Tibisay Durango Mesa

Jorge Buitrago un hombre de 64 años, quien se describe como un ser romántico y bohemio, y a quienes los amantes del bolero en Medellín consideran uno de los grandes abanderados de este género, descubrió hace 26 años que el bolero es su pasión.

 En 1983, el entonces estudiante risaraldense Jorge Buitrago –radicado en Medellín- tuvo la oportunidad de asistir al primer Encuentro de Bolero, realizado en el Recinto Quirama –Carmen de Viboral-, uno de los sitios más representativos del oriente antioqueño y hoy parte del Parque Tecnológico de Antioquia.

“Para mi ese día fue un momento clave, porque descubrí que el bolero era esa música que todos teníamos arraigada, a pesar de haberme formado en la balada y otros géneros posteriores”.

Hasta ese momento, él era dueño de una taberna de música clásica llamada La Camerata, ubicada en el barrio Carlos E. Restrepo, en Medellín, un lugar en el que las exposiciones de arte, los ciclos de teatro y los conciertos amenizaban las noches de los clientes habituales y los de paso.

“Después de esa noche en Quirama, comencé averiguar todo lo que pude sobre el bolero en Medellín y descubrí que en la ciudad no había un solo lugar dedicado exclusivamente a este género. El bolero había casi que desaparecido de la escena, ya que en las emisoras no sonaba, pero me di cuenta de que sonaba en las casas: donde aún conservaban los discos y en los corazones de la gente que revivía los bellos momentos en cada melodía, fue en ese momento cuando decidí crear un sitio especializado en el bolero". 

El nacimiento de una leyendaAsí nació Bolero Bar, un lugar que abrió sus puertas a finales de noviembre de 1983, en el primer piso de un apacible edificio sobre la carrera 67B, por el sector Estadio, y que ha acogido a lo largo de los años a los más ilustres personajes y los más apasionados boleristas.

“Bolero Bar se convirtió de inmediato en un lugar de convergencia, favorito de mucha gente, sobretodo de los que tenían el bolero como su música más cercana”.

Por Bolero Bar han pasado, no sólo la intelectualidad de la ciudad, sino también figuras de la política nacional, En el lugar son recordados con fotografías, entre otros, el ex alcalde y escritor Jorge Valencia Jaramillo, Bernardo Jaramillo y Carlos Gónima; también han sido asiduos visitantes Darío Ruiz Gómez y Jaime Jaramillo Panesso. De igual forma, escritores como el desaparecido Manuel Mejía Vallejo, Juan José Hoyos, Gustavo Álvarez Gardeazábal y José Libardo Porras.

“El Bolero como también le decimos al bar, ha sido un búnker para muchos, ha sobrevivido a todas las adversidades. A finales de los años 80, cuando la gente solía estar encerrada en la casa por temor al peligro de la noche, otros preferían pasar las horas sentados en la barra de Bolero Bar. Este lugar y yo hemos sobrellevado incluso las quiebras causadas por la violencia de los 90”.“Bolero Bar no necesita de avisos publicitarios, no necesita convertirse en un lugar de moda, sólo necesita conservar su esencia y aquí estoy yo, al pie del cañón”.

Tomado de Azul Naranja